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ALLEWEDER 7 AND ALLEWEDER 8

Hay que deslizarse ahí dentro. El espacio justo y poco más para un equipaje minimalista.
 Hay que acoplarse bien; acomodar la espalda y posaderas en el asiento reclinable; ajustar el reposacabezas. La suela de las deportivas toca con los pedales, las piernas van en horizontal, paralelas al suelo. Confortable, sí. El velomobile es un vehículo ecológico muy confortable.
El manillar es bastante diferente a los de bicicleta; monomando se podría decir. Su manejo pura  gozada.
Tres ruedas y una  carcasa que protege bastante del viento, lluvia y  sol,  aunque no de arácnidos sedientos...


Cada vez que miraba a Nacho me parecía siempre recién aterrizado o con intenciones de despegar. No fui la única en verlo así, a lo largo del viaje otras personas de forma amable y divertida nos lo comentaban. Ya iréis viendo.
El Alleweder 8 que condujo es de aluminio con el morro de fibra de vídrio; una auténtica obra de arte obra de Alligt.

A la altura del arbusto los días en Alleweder. Rosas mosqueta, matas de romero, lavanda, etc.. Esa era la altura.
En Países Bajos y Alemania cuidan mucho los jardines. 
Encapsulados y a pedales.
Sin emisión de humos, ni ruidos, ni siquiera electricidad.
El combustible fueron las legumbres, las hortalizas, las frutas y frutos secos que nos comimos. La chispa; el contacto de los  motores; las ganas que tenemos siempre de viajar por lugares  desconocidos en estos países a los que siempre nos gusta volver para pedalear. 

Interior del Alleweder 8.
Manillar velomobile A8
Así veía Nacho el mundo.
Así lo veía yo a él. Feliz.

Así iba yo en el Alleweder 7. Fibra de poliester. 


VIAJE ECOLÓGICO EN VELOMOBILE

Así ideamos nuestra aventura en velomobile.
Sencillez.


Apartado núm. 1


Un viaje lo más ecológico posible,
causando el menor impacto a la naturaleza.
Y, muy importante, con una mínima inversión económica.
It´s possible.

Apartado núm. 2

Disfrutar del transporte ecológico.
(Los velomobiles no volverían con nosotros a España. Ohh!)
Nacho y yo tenemos suerte de encajar en distancias, tiempos, horas y horas de pedaleo. Dormir en un bosque o  pedalear bajo la lluvia y con frío, no nos deja out. Nos gusta, nos hace más fuertes.
Casi cuando más disfrutamos son precisamente esos días en los que damos pedaladas hasta... hasta... hastaa... 
Disfrutar del transporte ecológico es también la cercanía que se produce con las personas y animales a lo largo de la ruta. Son tantas las poblaciones por las que se discurre en un viaje así. Da igual el idioma u onomatopeya, el estilo de vida, si van, si vienen, si oyen o no; da igual la circunstancia; si es de noche o de día. Nos encanta ese tipo de encuentros fugaces que aportan millones de sensaciones y conocimientos concentrados; todo en poco... tan poco tiempo. Esencias.
Cada ser es un ser único y aporta infinito y cada vez que se interactúa, ganamos. Nos enriquecemos.
Este apartado es muy extenso, claro.
Disfrutar desde la primera pedalada de la mañana hasta la última de la noche. Hemos sido el motor que movían las máquinas de Alligt, la experiencia fue más hermosa de lo que a priori imaginamos. Aquí lo desgranaremos todo en líneas de texto e imágenes. 
Y, así comenzó nuestro viaje, entre girasoles y molinos de viento.
Una constante en nuestra aventura: las energías renovables.
A pedales partimos de Dronten, Países bajos; cada cual en su Alleweder de Alligt.
Nacho en el Alleweder A8
 Yo conduje el Alleweder A7
El país de las flores.
Unos pocos kilómetros para hacernos a las dimensiones, y posición en los velomobiles. Ese cosquilleo en el cuerpo de hacer realidad un sueño.